Durante varios años, he venido reflexionando -y compartido mi sentir- sobre la importancia del hogar, como ese espacio sagrado que habitamos y somos, que trasciende lo físico y que compartimos con unos y otros en la medida en que la confianza, el amor, el respeto y el cuido fluyen libremente y donde se siente que todo es posible -o puede llegar a serlo-, porque yo soy aceptada por Ser cómo Soy y te acepto por Ser como Tu eres; ese espacio sagrado donde el Universo entero reside, donde el flujo de la vida es. Donde para mi reside...la interconexión de Todo lo que Es:
"Yo honro el lugar en Mí donde el Universo entero reside.
Yo honro el lugar en Tí donde el Universo entero reside.
Yo honro el lugar en Mí donde habitan
Amor, Luz, Alegría, Verdad, Paz y Gracia
Y Honro el lugar en Tí donde también habitan.
Yo honro el lugar en tí, donde si tu éstas en ese lugar dentro de Tí
y yo estoy en ese lugar dentro de Mi, somos Solamente Uno.
Somos totalmente Universo.
Somos simplemente Amor"
Sentirme en hogar es de las experiencias más valiosas en mi vida, es mi equilibrio entre aguas y fuegos transmutadores, es la presencia viva de la Vida Pacífica que decidí asumir como estilo de vida hace tanto tiempo (http://losagradofemenino.blogspot.com.co/2016/02/la-vida-pacifica.html).
Compartirme en hogar es de los gozos mas sublimes que he tenido. Los gozosos desafíos de vida entre los que resalto el Amar incondicionalmente y el Vivir con plenitud cada instante, nutren mi hogar. Hogar no solo es compartir con otros, es compartir contigo entrañablemente y compartirte. En tiempos como los actuales en los que siento que el agite diario y la rutina corroen los vínculos, es aun más necesario nutrir el Hogar, nutrir el Ser y procurar que los vínculos sean nutricios, saludables y entrañables. He compartido mi Ser, mi Hogar. Y otros me han compartido el suyo. Eso es excelso, es sublime.
Ahora, cumpliendo un año en el que he podido observar y reflexionar sobre mi experiencia laboral en torno a la violencia intrafamiliar, me reafirmo en esos "haceres" que otrora he manifestado como propiciadores de verdaderos hogares, ya sea que se esté en familia o no.
En el hogar, cada ser es aceptado y acepta; allí es donde la vibración del Ser logra equilibrio fácilmente y donde el refugio es manifestación.
Esos Haceres simples, sencillos y cotidianos, que poco a poco han ido diluyéndose en el día a día, abandonándose como acciones caducas, son nuevamente convocados, para que la expresión de lo sensible sea, para que el sentir se nutra del hacer coherente en nuestras vidas.
Invito a cada lector(a) a manifestar en su cotidiano, un buen vivir, un vivir en plenitud, mientras nos compartimos unos con otros, entre seres que unidos por lazos de sangre, lazos de afecto o de convivencia, trabajamos colaborativamente para sentirnos en hogar. Cuan importante es, cuando en nuestros hogares hay infantes, que están creciendo y desarrollándose para vivir plenamente su humanidad.
Me siento complacida y afortunada de haber compartido -y seguir compartiendo con relativa frecuencia- estos haceres en familia, en hogar. Son haceres que permiten el encuentro.
1. Dialogar: La palabra humana tiene un enorme poder. Cuando nos damos el permiso de comunicarnos, de expresar lo que pensamos -y sentimos- y reflexionamos, estamos construyendo conocimiento y valoración. Tiende la gente a dar su palabra fácilmente y poco cumplirla. Al procurar tiempo para hablar de todo un poco o algún tema en profundidad, le damos a entender al otro (a) que lo que piensa -y siente- es importante y abrimos nuestras mentes y corazones. Compartimos valor.
2. Aceptar las diferencias: Es en la diversidad biológica y psicológica donde realmente se vivencia lo iguales que somos.
3. Cuidarnos en reciprocidad: Es la expresión máxima del Amor. Todo lo que amamos lo cuidamos, le prodigamos tiempo, energía, intención y acción.
4. Ordenar el espacio común: Si compartimos y usamos las cosas de casa, lo sano es que entre todos el orden de las cosas se mantenga, eso facilita los otros haceres y da un sentido de pertenencia y valor por todo lo que existe. El orden externo contribuye al interno, y nos motiva a cuidar la casa común a todos, nuestro planeta.
5. Jugar: Nada hay mas serio como el jugar y generar risa propia o en otros. No importa la etapa de ciclo vital en la que cada ser se encuentre. Jugar posibilita la vivencia del asombro, de la solidaridad, del aprender a perder, del aprender a ganar, del aprender lo verdaderamente importante en la vida.
6. Agradecer la gracia: Permite valorar el mérito en todas sus dimensiones.
7. Cocinar juntos: y en lo posible consumir los alimentos juntos. La alquimia del fogón y su nutrimento se potencializan; aprendemos sobre transformación, asimilación y transmutación. Si hay olla común, que también sea común lo nutricio.
8. Expresar el afecto: Porque es valioso y signo de humanidad; la caricia revitaliza, inspira, acrecenta el amor, la ternura, el sano apego. Cuánto ser hay por ahí desconectado corporalmente, ajeno al sentir de Sí, al sentir del otro(a), a sus ritmos y sentires!
9. Leer juntos: no sólo cuentos, de noche y de tanto en tanto; es aprender a leer la vida, al otro, al propio cuerpo, es percatarse de las señales e interpretarlas. Es comprender que todo lo que se ha vivido, nutre el ser que hoy se es.
Hacemos otras diversas acciones en nuestros hogares, en nuestro diario vivir, mas siento que estas reúnen el propósito del para qué estar juntos:...para crecer, en Gracia, Gozo y Gratitud, para crecer en Amor y Humanidad.
¡Plenos haceres! ¡Gozosos sentires!