Comienza el año y con él la inspiración de lo nuevo y la preocupación o interés por recuperarse del descuido de las fiestas o incrementar el cuidado que se ha de prodigar a diario.
Luego de los excesos decembrinos en los que las bebidas, las comilonas, las trasnochadas muchas veces superan los mecanismos de autoregulación corporal, sobrevienen una serie de síntomas que no sólo podríamos explicar con ¡oh, se han acabado las fiestas y otra vez volver a la realidad!
Dichos síntomas son la expresión corporal -en diferentes niveles- de la necesidad de reencuentro con el cuido y con el afecto interno. Nuestra misión es entonces escuchar nuestro cuerpo y realizar las acciones que permitan restablecer el equilibrio si éste se ha perdido, reconocer los descuidos y definir una senda de progresiva recuperación de salud.
Eso no necesariamente implica volver a los viejos hábitos sino tal vez mejorarlos. Maravilloso es -y tu cuerpo lo agradece- que inviertas tiempo y energía en tu cuidado, que ingieras más agua y menos bebidas carbonatadas, que consumas más vegetales y frutas y menos procesados, que duermas mejor y tengas momentos de esparcimiento en la compañía grata de familiares y amigos. Y que vivas en tí, una vida llena de autocuidado.
El Autocuidado es la acción amorosa y efectiva de cuidarte y está basada en el autoconocimiento y aprecio que te tengas; y es la base para prodigar cuidados a otros.
Es sumamente irresponsable e incoherente pretender cuidar a otros cuando ni siquiera se es capaz de cuidar de sí.
En nuestra cultura es bien visto prodigar el cuidado a otros incluso a tus costas. La sabia naturaleza nos enseña e invita que sólo lo que surge de tí hacia tí puede ser entregado a otros. Y eso si que es válido frente al cuidado.
Eso no quiere decir que no puedas ir cuidando a otros mientras te cuidas, más si indica cómo ha de ser la priorización. Por poner un ejemplo muy claro, cuando vamos en avión y nos dan las instrucciones de emergencia indican que los adultos han de ponerse la máscara deoxígeno primero y luego si ayudar a otros (niños, ancianos, personas con alguna limitación para ponerse la suya), y lo reiteran porque generalmente en situaciones inusuales el afecto promueve lo contrario.
El cuidado de otro no puede implicar descuido de sí, por el contrario debe invitarnos a cada día ser más responsables, considerados y cuidadosos con nosotros mismos para brindar eso a otros.
Así que hoy, comenzando este hermoso año te invito a que reflexiones sobre cuido y descuidos, sobre lo que haces para estar bien tú y cómo mejoras tus vínculos afectivos contigo y con los otros a través de la promoción del cuidado mutuo partiendo siempre del autocuidado como base de expresión de ese afecto, intención amorosa y comprensión de las relaciones.
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